La Universidad portuense del XVIII
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Al hilo del reciente
anuncio del proyecto de restauración de la cubierta de la Capilla de la Aurora,
recuperamos este artículo sobre el pasado de este histórico edificio portuense
ENRIQUE BARTOLOMÉ El Puerto, 22 Septiembre, 2019 -
06:00h (diario de Cádiz)
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El 6 de julio de 1710 la
Cofradía de la Aurora, cuya sede se ubicaba en la Capilla de la Calle San
Sebastián, junto a la Iglesia Mayor Prioral, acordaba definitivamente, y
después de un largo debate, la apertura de una escuela de gramática a cargo del
Bachiller Fernando Félix de los Ríos, que aceptó el encargo y la obligación de
enseñar a quince niños pobres, todos ellos hijos de hermanos de la Hermandad.
Una verdadera pica en Flandes en aquella sociedad del XVIII, que ya comenzaba a
recoger los frutos de los ilustrados de finales del anterior siglo, que
consideraban la cultura como una verdadera fuente de felicidad. El historiador
portuense Hipólito Sancho llegó a publicar entre los años 1936 y 1959 diversos
trabajos sobre los establecimientos docentes de diversa índole, situados en
Cádiz, Jerez y El Puerto, y precisamente en uno de ellos trató con profundidad
la situación de la Cofradía del Rosario de Nuestra Señora de la Aurora.
Sitúa Sancho la
constitución de la anterior entidad el 4 de octubre de 1693, siendo aprobados
sus Estatutos el 24 de enero de 1694. Sus miembros se dedicaban al rezo del
rosario público a la Virgen como manifestación de piedad popular.
“En la España del siglo
XVII —aseveraba Don Hipólito— ya puede observarse cierta evolución hacia lo que
ha dado en llamarse “cultura utilitaria”, en el sentido de su utilidad paralos
quela detentan, redundando a su vez en beneficio del progreso nacional.
Probablemente la preocupación por el saber, la felicidad y el progreso llevaría
a los hermanos de esta Cofradía a pensar que sería de gran beneficio para la
ciudad, dado que la enseñanza no era muy floreciente a principios del siglo
XVIII, crear escuelas de primeras letras, que más tarde podrían ampliarse con
clases de gramática, artes y teología”.
LA ENSEÑANZA PÚBLICA EN EL PUERTO A PRINCIPIOS DEL
SIGLO XVIII, NO ERA NI SIQUIERA DECOROSA
La enseñanza pública en
El Puerto a principios del siglo XVIII, no era ni siquiera decorosa. Aunque
bien es cierto que desde la segunda mitad del siglo XVI el municipio sostenía
algunos mentores a quienes se imponía la docta misión de enseñar gramática
latina, utilizando para ello procedimientos pedagógicos que bien pudieran ser
repeticiones de los que se impartían en los Colegios de la Compañía de Jesús,
con reputados pespuntes humanistas.
Para que pudiesen ver la
luz los reformados proyectos de los hermanos de la Aurora se hacía necesaria
una financiación externa, esto es, se recurría a las limosnas y herencias de
protectores o bienhechores que tenían a bien nombrar heredera universal a esta Cofradía.
Aún así, los problemas se amontonaban y fue justamente cuando se decidió
implantar los estudios superiores cuando más acuciaban los inconvenientes
económicos. Aunque es dudosa la fecha concreta de la puesta en marcha de dos
cátedras de teología, esta no sería muy posterior a 1760. Para entonces ya se
encontraban en funcionamiento las clases de gramática y primeras letras, así
como una cátedra de filosofía, que bien podría datar sus comienzos en 1763. Así
las cosas, la consolidación de los estudios de La Aurora pasó por numerosas
vicisitudes. Las más importantes, sin duda, las de tipo económico que hicieron
tambalear la decisión inequívoca de aquellos que apostaron por su continuidad.
UN RECUERDO PARA LAS PERSONAS QUE CONTRIBUYERON AL
DESARROLLO DE NUESTRA CIUDAD
Cabe reseñar en el
recuerdo y la memoria los nombres de aquellas personas que contribuyeron al
desarrollo de nuestra ciudad: Francisco Moreno, Cristóbal Navarro, Francisco de
Paula Torrejón, Antonio Agustín de Henrile y Luisa Francisca de Zayas. Con su
esfuerzo y su patronazgo hicieron posible que, durante un siglo y medio
existiesen en El Puerto las llamadas Escuelas Pías de la Aurora.
A lo largo del siglo
XVIII se crean nuevas especialidades y lo que puede considerarse “la joya de la
corona”, esto es, una Facultad Superior incardinada desde el año 1838 a la
Universidad de Sevilla. Ello permitió que estudiantes portuenses accedieran
directamente a las distintas Universidades o a Colegios Facultados. Es un honor
mencionar entre esos estudiantes, por su trayectoria profesional y humana, al
insigne doctor FedericoRubio y Galí que definió a La Aurora como “un centro
liberal a más no poder, donde sus estudios y certificados de aprobación eran
válidos legalmente ante el Papa y el Rey”. De ahí quizá la semilla que germinó
en la vinculación y admiración que profesó Rubio por Francisco Giner de los
Ríos y la Institución Libre de Enseñanza, como señala en su libro Gavilla de
Médicos Gaditanos el profesor de la Universidad de Cádiz Francisco Herrera
Rodríguez, de recomendable lectura.
La tardía incorporación
del Colegio de La Aurora a la Universidad Hispalense motivó sin duda los
contratiempos por los que pasara la institución portuense. Las universidades de
Alcalá y Salamanca se negaban a incorporar en su gremio a los graduados en
Toledo, Osuna, Baeza o Almagro. En el sur no pocos eran los problemas para que
fuesen reconocidos los estudios en Colegios o Facultades. Los estudiantes de La
Aurora vieron rechazados sus cursos en otros centros y hasta su reconocimiento
oficial, muchas fueron las bajas entre los alumnos.
LOS PLANES DEL ESTADO Y LA DESAMORTIZACIÓN DE
MENDIZABAL FUERON LA PUNTILLA PARA LOS ESTUDIOS
El último cuarto del
siglo XVIII se encargó de aniquilar casi todas las instituciones culturales y
docentes españolas. Los planes financieros del estado y la desamortización de
Mendizábal fueron la puntilla para los estudios del Colegio de la Aurora.
Mediante una Real Orden de 1845 se declaran definitivamente extinguidos sus
estudios y pasan sus bienes al patrimonio nacional.
Después de siglo y medio
de lucha por implantar la cultura entre los ciudadanos portuenses y tras una
breve reunión con los representantes de la Hermandad de La Aurora, una comisión
municipal dio por finiquitado el asunto. De nuevo, el lado menos digno de la
naturaleza humana se tragaba de un plumazo las ilusiones y esperanzas de un
puñado de portuenses que implantando las enseñanzas de primeras letras para
niños pobres llegaron a culminar con un centro de carácter universitario. Y todo,
por la capacidad de vislumbrar en la cultura una verdadera fuente de felicidad.
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